En Memoria de D. Feliciano

 

 

Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere dará mucho fruto.

 Mt 12,24

 


Como testimonio excepcional traemos a este pequeño homenaje, lleno de cariño y gratitud, a nuestro querido D. Feliciano, en el primer aniversario de su partida a la Casa del Padre, unas palabras dichas en los primeros años de su andadura por quien fue uno de los principales impulsores de Domus Mariae.

El día 4 de febrero de 1988, pocos meses después de haber sido aprobada la Asociación por el Arzobispado de Madrid, el entonces obispo Auxiliar D. Agustín García Gascó hizo una visita a Domus Mariae en la que hubo un diálogo durante el cual D. Agustín, refiriéndose a una entrevista que tuvo con D. Feliciano para pedirle que prologara el primer volumen del libro “La Palabra de Dios vivida día a día” dijo: “Me entusiasmó el entusiasmo de D. Feliciano y me lo contagió. Viendo su entusiasmo no dudé que ahí detrás estaba Dios. Estaba él convencido de que aquello que me presentaba no sólo hacía bien a la persona que perteneciera a la Asociación sino a toda la Iglesia. Y así lo entiendo yo. Si esto se extiende cada vez más, a quien beneficia es a la Iglesia, a todo el Pueblo de Dios, porque quien pertenezca a Domus Mariae será mejor cristiano y necesariamente será apóstol”.

Las cartas del verano y su ayuda para crecer
El año pasado, nada más fallecer D. Feliciano, escribí una breve semblanza con mis recuerdos más queridos. Hoy, en el primer aniversario, me referiré a otros de los muchos que guardo en el corazón.
El primer año de nuestro caminar, corría el año 1982, al llegar el verano, pensamos en el modo de seguir viviendo nuestras reuniones de grupo, que tanto bien nos hacían. Volvimos la mirada hacia las primeras comunidades cristianas y hacia las preciosas cartas de San Pablo ¡Ya lo teníamos! Nos escribiríamos cartas en las que pusiéramos en común la Palabra de Dios que viviéramos.
Le escribí. Cuánta ilusión me hizo su respuesta. Venía escrita a máquina. Yo le había escrito a mano y a él le sorprendió. Desde aquella primera carta veraniega nunca faltó la correspondencia en el verano y, muy en concreto, la carta por el día de mi cumpleaños. La aguardaba llena de ilusión y, junto a la Palabra de Dios proclamada en la Eucaristía, constituía para mí, releídas en actitud orante, el mensaje del Señor para ese día y la luz que debía iluminar la andadura que se iniciaba hasta el nuevo cumpleaños.
Otro bello recuerdo son los “empujones”, así los llamo, que me fue dando para que hiciera cosas a las que no me atrevía. Todos los necesitamos, pero unos más que otros. Yo los aceptaba mirando a María y su “hágase”, sabiendo de mi indigencia y del poder de Dios. Primero fue que me presentara a la elección de Presidenta, cuando había que iniciar los primeros pasos de lo que no tenía aún ni nombre. Luego sería hablar en público, que aceptara tal o cual responsabilidad, pedirme opinión en el Grupo… no quiero extenderme, sólo agradecerle ese su confiar en mí.
Y, si quisiera quedarme sólo con alguna de sus frases favoritas sacadas de la Palabra de Dios, elegiría tres. La primera una que a mí me hace mucho bien y que es síntesis de nuestra espiritualidad: “Como baja la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelve allá sin haber empapado y fecundado la tierra y haberla hecho germinar, para que de simiente al sembrador y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca. No volverá a mí, sin haber hecho lo que yo quería, y haber llevado a cabo su misión” (Is 55, 10-11)”; otra, que sé ha hecho mucho bien a algunos miembros de Domus Mariae: “En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque tú estás conmigo” (Sal 3, 6). Por último, una que se está cumpliendo: “Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. (Jn 12, 24).

Mª de la Soledad Cosmen García

Todo es sembrar. Algo ha de nacer y dar fruto
Desde 1982 hasta 2007, todos los veranos le escribíamos y nos escribía una o dos cartas. Consejos, sentimientos, vivencias de la Palabra de Dios y siempre Domus Mariae como telón de fondo, las llenan. Entresaco tres párrafos de los primeros tiempos que muestran cómo lo que en principio fue un sueño llegó a ser realidad: Domus Mariae -“El apostolado que tantas satisfacciones me ha dado en la vida” (1998) “que tanto bien me ha hecho” (2002)-. El sueño: “Todo es sembrar. Algo ha de nacer y dar fruto. Hemos de tener la paciencia y la esperanza del sembrador” (1983. Verano del primer curso en que un grupo comenzamos a reunirnos semanalmente). Cristaliza: “Que Dios bendiga todo cuanto hagáis en este apostolado que se nos ha confiado y no podemos ya dejar. No hemos de temer porque Él va delante” (1987. Año de la aprobación). Se consolida: “Hemos de considerar una gracia muy especial de Dios el ver lo que ya son nuestras Casas de María y oír lo que oímos semanalmente en nuestras reuniones. Ahora nos urge extendernos más y más”. Creo que muestran su convicción de que Domus Mariae era algo querido por Dios, obra suya que había puesto en nuestras manos y que nosotros teníamos que conservar y hacer crecer confiando en Él.

Hortensia Cosmen

Confesor y amigo atento a nuestras necesidades
¿Qué podría decir yo de D. Feliciano? Podría decir tantas cosas: Fue mi confesor, amigo, atento a todas nuestras necesidades, tanto espirituales como personales…
La más intensa de todas fue que me enseño a profundizar en la Palabra de Dios, conocerla mejor, ponerla en práctica y hacer de mi casa una Casa de María.
Agradecimientos muchos: el principal, celebró las Bodas de Oro de mi matrimonio y por mediación de él, el Santo Padre Juan Pablo II me mandó la bendición apostólica.

Manoli Acerete

Con su asentimiento y sonrisa me ayudaba a expresarme en el grupo
Quiero recordar de D. Feliciano, cuando íbamos a su casa los lunes a la reunión de Domus Mariae y después de la Sta. Misa nos llegaba el turno de exponer lo que habíamos vivido esa semana de la Palabra de Dios. Yo tengo falta de expresión para decir lo que quería, pero él con su asentimiento moviendo la cabeza afirmativamente y sonriéndome me ayudaba, me llenaba de estímulo y de ánimo. Esto lo tengo grabado como tantas otras cosas llenas de sensibilidad y de cariño hacia nosotras.
También estando muy malito en el hospital Quirón, una tarde de las que le visité, notaba que movía mucho las piernas y me atreví a decirle se quería que le diera un masaje, fue dicho y hecho porque estaba deseando y no decía nada. Tenía los dedos entumecidos y le relajó mucho. Me lo agradeció muchísimo porque era sumamente agradecido y yo sentí alegría por haber podido hacer algo tan pequeño pero que le alivió, a quien tanto debemos. Siempre le agradeceré tanto bien como me ha hecho su ejemplo y su vida.

Marisa Mochón

Me ha aportado mucho, no sólo en el aspecto espiritual sino también en el humano
Mi impresión personal sobre D. Feliciano, nuestro guía espiritual, es muy valiosa, no sólo en el aspecto religioso que me ha aportado mucho, sino también en el aspecto humano.
Con motivo de entregarle un trabajo que yo había hecho con el anagrama o logotipo de Domus Mariae le visité en su casa y allí sentados en el salón tuvimos una larga charla y entonces es cuando más conocí a la persona independientemente de ser el guía espiritual del grupo. D. Feliciano se mostró muy cercano a mi, se interesó por mi entorno familiar, mis hijos… me indicó pautas de comportamiento ante ciertos problemas que podían surgir con mi nuera que por su origen y formación tenía una mentalidad diferente a la nuestra. Hablamos largo y tendido y fue muy provechoso. También tocamos otros temas y sinceramente fue cuando más le conocí como persona y sacerdote. Siguió interesándose, preguntándome y estando muy cercano.
Estos es sólo una vivencia del encuentro más personal que tuve con él.
Siempre le tendré presente en mis oraciones y agradeceré a Dios el haberle tenido como guía espiritual durante unos cuantos años de mi vida.

Goyina Lera

Un recuerdo de los últimos días de su vida
Recuerdo la penúltima vez que fuimos a ver a Don Feliciano. Estaba muy emocionado y nos dijo, tal vez, previendo que se acercaba el final: os dejo que me deis un beso. La siguiente vez, ya no me lo dijo, pero yo se lo di en la frente pensando que era la última vez y diciendo mentalmente “para que se lo dé a la Virgen cuando se encuentre con ella”.

Chelo Gómez

Las pocas palabras que nos decía explicando el Evangelio me gustaron tanto que no dudé aceptar la invitación para asistir a Domus Mariae
Cuando salí de Valencia volví a retomar mis costumbres, ir a Misa todos los días temprano a mi Parroquia, S. Ricardo. Allí me encontré con D. Feliciano. Las pocas palabras que nos decía explicando el Evangelio me gustaron tanto que cuando mis amigas me hablaron de Domus Mariae y me preguntaron si quería conocerla, me pareció estupendo. Me propusieron ir al grupo que se reunía en casa de Dorita. Allí conocí a D. Feliciano. Me gustó tanto que seguí yendo y aquí estoy (han pasado quince años) cada día más contenta de pertenecer a Domus Mariae, dando gracias a Dios y a Nuestro Señor, a María, nuestra Madre, a D. Feliciano, a Aurora Jiménez y a Dorita Valverde por llamarme

María Luisa Sánchez.

El “librito azul” me acompaña siempre
Gracias D. Feliciano por este librito azul: “La Palabra de Dios vivida día a día”, que me acompaña continuamente y tanto bien hace a mi alma. Siempre me acompaña, me lo llevé a la India, me lo llevo allí a donde voy, ahora me lo voy a llevar a Mazarrón a casa de mi hijo, a casa de mi hija no es necesario porque ahí allí uno, lo he regalado a mucha gente, lo que siento es que no hayan venido a Domus Mariae.

Aurora Giménez.

Lo que más me llamó la atención siempre fue su humildad
D. Feliciano era mi confesor y fue él quien me invitó a acudir a Domus Mariae en un momento en que por problemas familiares graves estaba sufriendo una fuerte depresión. Su ayuda y la del grupo me hicieron posible vencerla. De D. Feliciano lo que más me llamó la atención siempre fue su humildad. Siendo un cargo tan importante tenía una gran humildad en todo.

Pilar Rodríguez

Transmitía paz, sosiego, consuelo y ánimo para seguir luchando
Son muchos los recuerdos que guardo de D. Feliciano desde que le conocí en su Misa de San Ricardo y me habló de Domus Mariae.
Sin conocerlo personalmente ya inspiraba respeto, admiración y confianza en que sus palabras darían orientación y consuelo a quien se dirigiera a él. Por eso, un día al acabar la Misa me decidí a hablarle de mi madre, su reciente fallecimiento, los testimonios de la gente que decía haber recibido favores por su intercesión… y la oración que había compuesto un seminarista brasileño que la conoció personalmente. Él me dio la pista de qué hacer con todo eso, llevarlo al Abogado de las Causas de los Santos del Arzobispado de Madrid, y así lo hice. Quince años después, las estampas de mi madre se siguen repartiendo… por todo el mundo. Quién sabe si, desde el Cielo, D. Feliciano seguirá echando una mano en esta causa.
De nuestra última conversación por teléfono, mientras estaba hospitalizado, recuerdo lo que siempre he sentido al hablar con D. Feliciano, paz, sosiego, consuelo y ánimo. Yo le contaba que una de las embarazadas a las que había atendido, tras unos meses en los que parecía convencida de seguir con su embarazo, finalmente había abortado, y eso me producía tal tristeza y enfado, que quería dejarlo todo y dedicarme a otra cosa, porque no merecía la pena tanto sufrimiento… Pero D. Feliciano me comparó con San Juan Bosco, y me dijo que este santo siempre consideraba que los niños a los que educaba tenían mucho por lo que esforzarse cada día, aunque se portaran mal con él. D. Feliciano me dio la clave para seguir con renovadas fuerzas cada día, no podía rendirme porque otras mujeres estaban esperando que yo estuviera aquí para atenderlas… Una vez más, sus palabras consiguieron empujarme a ser mejor y me animaron a seguir trabajando para mayor gloria de Dios. Y sé que ahora, desde el Cielo, sigue dándome esos ánimos, porque a veces una no sabe por qué sigue en la brecha…

Carmina García-Valdés

Amigo, confidente, maestro en las cosas de Dios, ejemplo
Me piden escribir algo sobre Don Feliciano para nuestra hojita en el primer año de su fallecimiento. Y yo me pregunto qué puedo escribir para describir lo que fue para mí. Fue mi amigo, mi confidente, mi maestro en las cosas de Dios, mi ejemplo. Son muchos años desde 1984 en aquella capilla pequeña de las Concepcionistas donde empezamos a saborear las delicias de esos testimonios que nos hacían reflexionar sobre nuestra vida, sabiendo que íbamos a recibir la palabra adecuada para el bien de nuestras almas.
Creo que llegó con su religiosidad y amor a Dios a contagiarnos de su entusiasmo. !Ay, esos ratos de sentimientos, y lagrimas, (por lo menos las mías)! en los que me sentía verdaderamente cerca de Dios. HA SIDO UN REGALO DE DIOS. Siempre dispuesto a escucharte y aconsejarte. Yo siempre pensé que seria el que me ayudara en mis últimos momentos. Nadie como él me conocía, en esas confesiones, que eran para mi una terapia. Estuvo siempre muy cercano a mi familia, casó a mis dos hijas y tuvo muchas atenciones con nosotros. Es imposible hacerse a la idea de que no está con nosotros pero creo que nunca podremos tener un defensor e intermediario mejor que él, pues sé con seguridad que era un santo y a la Virgen, que tanto amaba, la tendrá embobada con él. Además estará con su grupo de DOMUS MARIAE en el cielo velando por todas nosotras para que sigamos adelante con nuestra labor sin desfallecer.
Gracias, Dios mío por él, por las gracias que recibimos estando a su lado y porque desde el cielo nos manda fuerzas para no decaer. Ahora es cuando tenemos que estar más unidas y luchar por esto tan bello que tenemos entre manos. Pido un esfuerzo a todas y que el Espíritu nos mande un nuevo sacerdote que se entusiasme con la causa y para eso hay que rezar mucho y ser consecuentes con nuestra fe. Un fuerte abrazo para todas las que le habéis seguido. Con cariño.

Mari Carmen Almansa Carrillo

Rectitud y corrección. Cercano y bondadoso
Era especial.
Su semblante serio, su rectitud en el vestir y en el estar, su corrección en el hablar… y después tan cercano, tan bondadoso, con esa sonrisa tan amable.
Me llevó de la mano en mi andadura espiritual desde que era una niña, me acompañó en mi adolescencia y me enseñó a madurar en mi matrimonio.
Su palabra oportuna y su guía ideal para cada ocasión, con la verdad del Señor que salía de sus labios, estuvieron siempre a mi lado, incluso en los años en los participé menos en Domus Mariae en favor de atender a mi naciente familia.
Siempre le tendré presente y siempre seguiré su buen consejo.

Mª. Luz Domínguez

Dedicó su vida a “girar” almas hacia Dios
Aprendí a cantar la Salve Regina a los catorce años con Sor Carmen Lence en mi colegio Concepcionista para la primera venida de Juan Pablo II a España en 1982. De esos días recuerdo los ensayos a marchas forzadas y el entusiasmo en las afueras del Bernabeu ante la cercana presencia del Papa. Pero junto a Madre Carmen, cada vez que canto la Salve me acompaña Don Feliciano. Su giro devoto y profundo hacia la imagen de María para invocarla lo tengo dentro de mí. Ese giro físico metáfora del giro espiritual que en medio de este valle de lágrimas damos para buscar "la Vida, dulzura y esperanza nuestra" y que él con tantos desvelos nos ayudaba a hacer. Siempre daré gracias por haber encontrado un buen sacerdote, espiritual y terreno que nos ayudase a acercarnos a Dios en lo cotidiano de la vida. Yo creo que Dios tiene que estar muy contento con él porque dedicó su vida a "girar" almas hacia EL y yo tuve la fortuna de tratarle.

Mª Jesús González

Algunas frases especiales
Cuando me confesaba con D. Feliciano me decía que me pusiera en la presencia de Dios. Recuerdo especialmente algunas frases de las que él repetía, como “El Señor guarda nuestras entradas y salidas” o también “Abrid puertas los dinteles que va a pasar el Rey de la gloria”, que nos decía que lo recordáramos cuando entrábamos en casa después de haber comulgado.

Margarita López

Nos quería mucho a los jóvenes de Domus Mariae
Hace unos dos años estuve en casa de D. Feliciano, confesando con él. Desde que entré noté una gran paz, su casa era un lugar acogedor, donde te sentías en familia. Todo reflejaba que allí vivía un gran señor, pero muy cercano y sencillo.
Mientras confesaba sentía que estaba ante un hombre sabio, y sus consejos y orientaciones me ayudaron mucho, y me siguen ayudando hoy.
Sé que D. Feliciano nos quería mucho a los jóvenes de Domus Mariae, nosotros también a él."

Carlos García García-Valdés

Por su bondad y cercanía le recordaremos.
Este camino tan largo, que a todos nos cuesta hacer, y que nos lleva hasta el Padre para estar cerca de Él, Don Feliciano usted ya lo ha recorrido, y en sus brazos le habrá recibido. Por su bondad y cercanía siempre, siempre le recordaremos.

Julia Peláez

Su espiritualidad nos hacía sentir mejores
En las reuniones de Domus Mariae su espiritualidad nos hacía sentir mejores. Cuando teníamos dudas para interpretar los Evangelios, D. Feliciano sonreía y con gran sencillez y clarividencia nos hacía entender todo el amor que el Señor nos tiene.
Recuerdo un retiro mensual, cómo me impactó su amor y veneración a la Virgen María, pues el relato de la vida de la Madre de Jesús era tan bonito, tanto en el contenido como en la forma que lo hacía D. Feliciano; él supo lo que María guardaba en su corazón.
Le estaremos siempre agradecidas y seguras de que, desde el cielo, nos sigue ayudando.

Conchita García

ÉL nos trasmitía fuerza para nuestro compromiso de hacer lo que hizo la Virgen
Para hablar del Padre Feliciano en sí no tengo palabras. Cuando hacia el viaje hasta nuestra ciudad de Lleida y teníamos el retiro, parece que a cada una de nosotras nos hubiera estudiado en la distancia y nos repetía una y otra vez la unión que hemos de tener, el amor en las Casas de Maria y el amor con nuestro hermano, con las personas que necesitan que alguien les hable del Padre, nuestro Dios.
ÉL nos trasmite fuerza a nuestro compromiso de hacer lo que hizo la Virgen al visitar a su prima Santa Isabel y darle la noticia de la aceptación de su SI para ser la Madre de Dios.
Hay muchas anécdotas que nos dejó y siguen en nuestro recuerdo. A mi me impactó especialmente aquello de una madre que les dijo a sus hijos: la herencia que os puedo dejar es lo que tengo escrito desde el día que entré en el grupo, todas las reflexiones del Evangelio.
Tengo también en mi mente tantas y tantas cosas que me han dado fuerzas para superar mi enfermedad.
En una de sus homilías (en el primer año de estar yo en el grupo), mientras él explicaba todavía, yo me alcé y se me quedaron sus palabras: ¡Como Cecilia, que se levanta como Zaqueo, que por ser pequeño no veía a Jesús, se subió a un árbol y Jesús dijo su nombre y quiso comer en su casa! Sí. Desde aquel día me siento más llamada a ser “pescadora de hombres”.
Gracias padre Feliciano, tú no te has ido, estás presente y en el lugar donde todos nos encontraremos. Por eso no lloremos por él. Él quiere vernos unidos en Domus Mariae.

Cecilia Sedano

A su lado, me convertí en "la médico". Conmigo, mi marido, compartiendo profesión y la lectura de la Palabra
Conocí a Don Feliciano cuando empezaba la carrera de medicina. Cada lunes por la tarde, en su casa, leíamos la Palabra de Dios y teníamos la Eucaristía; saliendo con fuerzas renovadas. Sin darme cuenta, a su lado, me convertí en "la médico", como a él le gustaba llamarme. Conmigo, mi marido, compartiendo profesión y la lectura de la Palabra todos los días. Él nos casó un caluroso 3 de Agosto. Recordamos especialmente lo que nos dijo aquel día: "... emprendéis un largo viaje como esposos cristianos y colaboradores de Dios en la Creación con los hijos que tendréis.... El encuentro con la Palabra de Dios ha edificado sobre roca vuestro matrimonio y vuestro corazón será una Casa de María. Y así fue y es, naciendo al poco tiempo nuestro hijo Javier al que bautizó encomendándolo a la Virgen. Después, durante un tiempo, por avatares de la vida, nos separamos físicamente (que no espiritualmente) para volver a encontrarnos y estar a su lado, con entereza, los últimos días que pasó con nosotros. Como él decía, "llegaba a la otra orilla" donde sabía le esperaba el Padre.
GRACIAS Don Feliciano, no se equivocó con esta familia, GRACIAS por el cariño y por habernos tenido siempre en sus pensamientos y oraciones. Ahora desde el Cielo, sepa que, en nuestra casa, en la entrada, desde hace 13 años está colgado el cuadro que nos regaló Domus Mariae aquel 3 de Agosto: "LA SANTIDAD ES EL ADORNO DE TU CASA" (Sal 92,5)

Familia Moreno Monzón

Nos impulsaba a seguir adelante con mucho ánimo
El Grupo de Figueres, queremos manifestar nuestro mas intimo y grato recuerdo en el 1er Aniversario del paso a la Casa del Padre de nuestro estimado y querido Don Feliciano.
Las visitas que nos hacía cada año, junto con Soledad y Hortensia, eran como una carga de energía que nos impulsaba a seguir adelante con mucho ánimo. Nos encaminó a saborear la palabra de Dios que tanto bien nos hace.
Ahora ya no está entre nosotros pero en nuestra memoria y en nuestro corazón siempre lo recordaremos y le pedimos su intersección para que nos siga dando las fuerzas necesarias para continuar con la obra que él inició.
El Señor lo encontró tan disponible que se lo quiso llevar, el perfecto grano de trigo preparado para dar mil frutos que confiamos llegarán a nuestros grupos para que se engrandezcan y den frutos de santidad.
Gracias Don Feliciano por todo lo que has hecho por nosotros, míranos desde el Cielo y Bendícenos.

EL GRUPO DE FIGUERES