La Oración

encuentoconDios

Vicente Serrano

"Él se retiraba a lugares solitarios
y se daba a la oración."
(Lc 5,16)

Pio XII decía: se ha llamado espiritualidad del desierto a esa forma de espíritu contemplativo que busca a Dios en el silencio y en la negación de sí mismo.

BÚSQUEDA DE DIOS

Todos sus amigos le han buscado en el desierto, en la soledad...

Búsqueda consciente del Dios presentido o intuido. O del Dios a quien ya se conoce y se ama. Búsqueda del Dios vivo del cual el alma tiene sed y cuyo rostro desea ver.

Búsqueda de un Dios que llama y espera... un Dios que ama y perdona... que establece alianza con su pueblo y no le abandona en la estacada de sus propias rebeldías. Un Dios que vive en medio de su pueblo... Un Dios que salva...

Dios sigue hablando y sigue llamando. Pero es el hombre quien debe crear las condiciones para oír su voz y quien tiene que marchar a su encuentro para ver su rostro.

SILENCIO Y SOLEDAD

La búsqueda de Dios sólo es fecunda en un ambiente de silencio y soledad.

No basta, sin embargo, el silencio externo, el silencio de las cosas y de los hombres. Hace falta otro silencio más profundo, el que hacemos en nosotros mismos, el que nos despoja de las cosas que pueden llenar nuestra soledad y de los ruidos que pueden poblar nuestro silencio.

En vano intentaríamos encontrar a Dios en el silencio exterior si no se ha hecho dentro, en el alma, ese otro silencio que permite escuchar el suave paso de Dios (I R l9,22).

NEGACIÓN DE SÍ MISMO

No basta el silencio. Hay que negarse a uno mismo. Aunque es posible que esta negación sea sólo una forma de ese silencio profundo de que antes hablábamos; el más profundo, el que hace callar a nuestro propio yo (Mc 8,34).

Es la radical renuncia al yo propio, a todas las tendencias que brotan de él, para que se afirme Dios. Es la total donación de uno mismo.

RETORNO AL MUNDO

Estos hombres que han visto a Dios, que hablaron con Él... deben volver a las ciudades de donde salieron, a los hombres de entre los cuales fueron llamados... porque tienen que revelarles la Palabra de Dios, descubrirles a Dios mismo.

Esto es lo que los demás aguardan....

Hombres corrientes... hombres y mujeres que no tienen ninguna cosa extraordinaria que decir... que se creen como los demás... que pasan en silencio, casi inadvertidos... Pero hombres y mujeres que fueron al encuentro de Dios, que vieron a Dios y escucharon su Palabra... que traslucen en sus rostros que estuvieron hablando con Dios.

(Extraído de ESPIRITUALIDAD DEL DESIERTO.

 STVDIVM Ediciones. 1968)