La Oración


SAN JUAN DE ÁVILA

Por oración entendemos aquí una secreta e interior habla con que el ánima se comunica con Dios, ahora sea pensando, ahora pidiendo, ahora haciendo gracias, ahora contemplando, y generalmente por todo aquello que en aquella secreta habla se pasa con Dios.

Porque aunque cada cosa de éstas tenga su particular razón, no es mi intento tratar aquí sino… de cómo es cosa muy importante que el ánima tenga con su Dios esta particular habla y comunicación.

Para prueba de lo cual, si ciegos no estuviesen los hombres, bastaba decirles que daba Dios licencia para que todos los que quisiesen pudiesen entrar a hablarle una vez en el mes o en la semana, y que les daría audiencia de muy buena gana, y remediaría sus males, y haría mercedes, y habría entre él y ellos conversación amigable de Padre con hijos. Y si diese esta licencia para que le pudiesen hablar cada día, y si la diese para que muchas veces al día, y si también para que toda la noche y el día, o todo lo que de este tiempo pudiesen y quisiesen estar en conversación del Señor, el lo haría por bueno, ¿quién sería el hombre, si piedra no fuese, que no agradeciese tan larga y provechosa licencia, y no procurase usar de ella todo el tiempo que le fuese posible, como de cosa muy conveniente para ganar honra, por estar hablando con su Señor; y deleite, por gozar de su conversación; y provecho porque nunca irían de su presencia vacíos?… Y PADRE NUESTRO ES, CON EL CUAL NOS HABRÍAMOS DE HOLGAR CONVERSANDO, AUNQUE NINGÚN PROVECHO OTRO DE ELLO VINIERA.

Y débeos bastar, que usaron este ejercicio todos los santos. Porque, como san Crisóstomo dice, “¿quién de los santos no venció orando?”. Y el mismo dice: “No hay cosa más poderosa que el hombre que ora”. Y BASTARNOS DEBE, Y SOBRAR, QUE JESUCRISTO, SEÑOR DE TODOS, ORÓ en la noche de su tribulación, aun hasta derramar gotas de sangre. Y oró en el monte Tabor, para alcanzar el resplandor de su cuerpo. Oró primero que resucitase a san Lázaro; y a veces oraba tan largo que se le pasaba toda la noche en oración. Y, después de una tan larga oración como ésta, dice san Lucas que eligió entre sus discípulos número de doce apóstoles. En lo cual, dice san Ambrosio, nos dio a entender lo que debemos hacer cuando quisiéremos comenzar algún negocio, pues que en aquel suyo primero oró, y tan largo.

Y por esto debiera decir san Dionisio que EN PRINCIPIO DE TODA OBRA HEMOS DE COMENZAR POR LA ORACIÓN. San Pablo amonesta que entendamos con instancia en la oración; y el Señor dice que conviene siempre orar, y no aflojar; que quiere decir, que se haga esta obra con frecuencia, diligencia y cuidado. Porque los que quieren valerse con tener cuidado de sí en hacer obras agradables a Dios, y no curan de tener oración, con sola una mano nada, con sola una mano pelean, y con solo un pie andan. Porque el Señor, dos nos enseñó ser necesarios, cuando dijo: Velad y orad por que no entréis en tentación.

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Cosa cierta es que de la conversación de un bueno se sigue amarle y concebir deseos de virtud; y, si con Dios conversásemos, con mucha más razón podríamos esperar de su conversación estos y otros provechos, a semejanza de Moisés, que de la tal conversación salió lleno de resplandor.

Y NO POR OTRA COSA ESTAMOS TAN FALTOS DE MISERICORDIA PARA CON LOS PRÓJIMOS, SINO PORQUE NOS FALTA ESTA CONVERSACIÓN CON NUESTRO SEÑOR. Porque el hombre que estuvo de noche postrado delante de Dios, pidiéndole perdón y misericordia para sus pecados y necesidades, claro está que, si de día encuentra con otro que le pida lo que él pidió a Dios, que conocerá las palabras, y se acordará de con cuanto trabajo él las dijo a nuestro Señor, y con cuanto deseo de ser oído, y hará con su prójimo lo que quería que Dios hiciese con él.

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Y quiéroos avisar del yerro de algunos, que piensan que, porque dijo san Pablo: Quiero que los varones oren todo lugar, no es menester orar despacio, ni en lugar particular, sino que basta mezclar la oración entre las otras obras que se hace. Bueno es orar en todo lugar, mas no nos hemos de contentar con aquello, si hemos de imitar a Jesucristo nuestro Señor, y a lo que sus santos han dicho y hecho en el negocio de la oración. Y aun tened por cierto que NINGUNO SABRÁ PROVECHOSAMENTE ORAR EN TODO LUGAR, SINO QUIEN PRIMERO HUBIERE APRENDIDO ESTE OFICIO EN LUGAR PARTICULAR Y GASTADO EN ÉL ESPACIO DE TIEMPO.

Audi, Filia (Cap. 70)