Evangelio según San Mateo 3,13-17 (Ciclo A). San Marcos 1,7-11 (Ciclo B). San Lucas 3,15-16.21-22 (Ciclo C)

Junto al río Jordán, en el desierto, aparece un hombre extraño que anuncia la proximidad del Reino de Dios y bautiza urgiendo a la conversión. La gente lo tiene por profeta y acude a él.  Jesús también baja a ser bautizado por Juan. Tras ser bautizado el Espíritu se posa sobre él y Dios se revela como el Padre de aquel que es su Hijo Predilecto.  Con este hecho arranca la vida pública de Jesús.

REFLEXIONAMOS

Jesús ha pasado treinta años viviendo como cualquiera de sus vecinos de Nazaret. Es el hijo del carpintero. Ha sido un niño, un adolescente un joven, que ha hecho y vivido lo propio de cada edad. Ahora es un adulto y hace lo que otros muchos: bajar a escuchar a ese gran profeta que ha surgido en el desierto y bautiza junto al Jordán.

Pero allí Dios se manifiesta: Aquel es su Hijo predilecto y desde entonces la vida de Jesús cambia. Es la hora de comenzar su misión.

Para Jesús su bautismo es el comienzo de una nueva vida que implica la misión de dar a conocer a Dios. ¿Sabes que cada uno de nosotros en nuestro Bautismo hemos recibido la nueva vida de Hijos de Dios y, con ella, la misión de darle a conocer a cuantos nos rodean con nuestra vida y nuestras palabras, como Jesús?

En la Eucaristía lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino.