Como decía de D. Feliciano
Los relatos no menciona la presencia de la Virgen |
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En los relatos de los Evangelios sobre la Resurrección de Jesús hay un primer hecho que nos sorprende: en ninguno de ellos se menciona la presencia de María. Sin embargo, sí se nos dice que la Virgen está con los discípulos en otros momentos, como es cuando esperan la venida del Espíritu Santo. También nos dice el Evangelio de Juan que según pidió Jesús en la cruz “desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (Jn 19, 27). La primera noticia de que Jesús ha resucitado viene de María Magdalena (Jn 20,1-2.11-18). Junto a ella, los evangelios sinópticos pone la presencia de otras mujeres, pero no la de María, la Madre de Jesús (Mt 28,1-8; Lc 24,1-11). Tampoco en las dos apariciones a los discípulos, estando las puertas cerradas, se menciona la presencia de María (Jn 20,19-29; Mc 16,14-18; Lc 24,36-49), ni en el monte de Galilea (Mt 28,16) o en la aparición junto al Lago de Tiberiades (Jn 21,1-14) |
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La fe de María |
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Ante esta realidad podemos hacer algunas reflexiones: María siempre creyó que Jesucristo resucitaría. Él lo había dicho en repetidas ocasiones y María, que conservaba en su corazón cuanto oía y sabía de Jesús (Lc 2,19), aquello lo guardaría de manera especial. La fe de María no necesitaba confirmación como la de los Apóstoles. Ella creyó siempre. Así lo proclama la fe de la Iglesia al aclamarla en la Letanía como “Reina de los que viven su fe”. María vivió la fe en la resurrección de Jesucristo sin necesidad de ir al sepulcro y encontrarlo vacío. Ni tuvo necesidad de una aparición de su Hijo para saber con certeza que había resucitado. Ella no podía ser reprendida de incredulidad como lo fueron los discípulos por el mismo Jesús. María fue la primera merecedora de las palabras de Jesús: “Bienaventurados los que crean sin haber visto” (Jn 20,29). La que había de ser modelo en la fe para todos los hombres había de serlo por su fe firme en la resurrección de Jesucristo. |
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Nosotros, miembros de Domus Mariae |
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Nuestra fe en la Resurrección debe ser como la de María. Para tener una fe firme en la Resurrección de Jesucristo nos basta su Palabra. Cristo dijo que resucitaría y esa palabra ha de ser suficiente para nosotros como lo fue para María. Guardándola en nuestro corazón como Ella, la viviremos con fe firme. Hemos de asistir al sacrificio de la Misa con la misma fe en la Resurrección con que asistió María a la pasión y al sacrificio del Calvario. Hemos de acercarnos al sacramento de la Eucaristía con fe firme en nuestra propia resurrección y en que este sacramento es garantía de la misma (Jn 6,54). Por lo tanto, participar en la Eucaristía ha de ser un acto de fe en nuestra resurrección de la que la Comunión es garantía. Hemos de tener una fe firme e inquebrantable en la Palabra de Dios, como la tuvo María y hemos de renovarla cuantas veces participamos en el “misterio de fe” que es la celebración de la Eucaristía. |