Cuando empiezo a escribir estas líneas no sé muy bien qué forma darlas, sólo sé que, con María, quiere mi alma proclamar las grandezas del Señor, alegrarse en Dios mi Salvador, porque hace maravillas.

El martes, día 3 de junio, el Señor se llevó a su Casa del Cielo a quien aquí, en la tierra, hizo de su casa, y de muchas casas, una casa de María: Don Feliciano Gil de las Heras.

Toda la comunidad de Oración de Domus Mariae de Figueres, nos unimos al dolor que nos embarga por la pérdida irreparable de nuestro ser tan querido Don Feliciano Gil de las Heras, que habiendo abrazado con ejemplar amor los designios de la Voluntad Divina, goce con jubilo eterno en su presencia.

Por tal motivo nos reunimos en la Iglesia de San Pedro

Como testimonio excepcional traemos a este pequeño homenaje, lleno de cariño y gratitud, a nuestro querido D. Feliciano, en el primer aniversario de su partida a la Casa del Padre, unas palabras dichas en los primeros años de su andadura por quien fue uno de los principales impulsores de Domus Mariae.

La amistad que D. Feliciano tenía con D. Carlos, hacia quien, además, sentía un afecto paternal, hace que su testimonio sea para nosotros de gran valor. Por eso extractamos la homilía de D. Carlos en la Eucaristía con motivo del primer aniversario de su fallecimiento.