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La Iglesia

[…] El futuro de la Iglesia dependerá […] de que ésta descubra su ser comunidad, una comunidad en la que todos están llamados a participar tanto de su vida como de su misión en el mundo.

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La Iglesia es la comunidad reunida a partir de la convocatoria que Dios nos hace para pertenecer a su pueblo. De la fórmula “pueblo de Dios”, lo más importante es el genitivo “de Dios”, que señala que Dios es el que tiene la iniciativa, el que nos llama constantemente a caminar con otros. El bautismo se convierte así en el sacramento de la identidad cristiana. […] Así, acercarnos a la realidad de la Iglesia supone partir de la conciencia de que todos formamos parte de la misma comunidad, y de que existe una igualdad fundamental de todos los fieles que han recibido la llamada de Dios y que han respondido abriéndose a su oferta salvífica. El Concilio subrayó que todos los cristianos, por el hecho de ser bautizados, participan de la triple función de Cristo (sacerdote, profeta y rey) y que todos los miembros de la Iglesia tienen un papel que desempeñar para que esa triple función se actualice en ella, y así ésta se convierta en una comunidad profética, sacerdotal y servicial.

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La iglesia es una comunidad en la que el Espíritu Santo ha suscitado una serie de carismas y ministerios para que pueda llevar adelante su misión.

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Los laicos tienen una serie de características […]

En primer lugar, los laicos son cristianos de pleno derecho configurados con Cristo por el bautismo y la confirmación, participan “a su manera” de su triple ministerio. Es importante, por tanto, no presuponer un laicado al que le faltase algo a nivel teológico para llegar a ser cristiano.

En segundo lugar, más allá de las discusiones y reflexiones teológicas acerca de qué es lo específico del estado laical, podemos tranquilamente suscribir el hecho de que los laicos están llamados a vivir su cristianismo fundamentalmente a través de su vida concreta. El contenido fundamental del sacerdocio común consiste en que unimos nuestra vida a la de Cristo. No ofrecemos cosas, sino que nos entregamos nosotros mismos. El sacerdocio común remite al culto que todo cristiano ha de hacer a Dios en medio del mundo, en medio del ritmo diario de la vida, y de esa entrega a Dios ha de salir la entrega viva a los hombres.

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El Papa Francisco ha convertido la sinodalidad en uno de los ejes de su pontificado. La sinodalidad subraya la idea del “caminar juntos”, de que todos los cristianos son corresponsables de la vida y de la misión de la Iglesia y que, por lo tanto, todos han de participar en la acción eclesial en las tres dimensiones fundamentales de la liturgia, la evangelización y el servicio.

Carta Pastoral del Cardenal Arzobispo de Madrid, D.  José Cobo Cano. 8 de octubre de 2024