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Fiestas y celebraciones

La liturgia tiene su propio tiempo, porque su finalidad es ayudarnos a revivir los misterios de nuestra fe en los que se manifiesta el amor de Dios para que así nuestra respuesta de amor y entrega a Él sea cada vez mas generosa y más gozosa.

Por eso el Año litúrgico no empieza el día uno de enero, como el año civil, sino cuatro semanas antes de la Navidad –el Tiempo de Adviento-, durante las que nos preparamos para celebrar la fiesta del nacimiento de Jesús, el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, el primer misterio de la vida de Jesucristo.

Pasados los días de las fiestas de Navidad, comienza un nuevo tiempo litúrgico al que llamamos “Tiempo Ordinario”, no porque no tenga importancia, sino porque no se fija en un acontecimiento especial de la vida de Jesús, sino en su misión durante su vida pública. Cuando llega la Cuaresma, el Tiempo Ordinario se interrumpe hasta concluir la Pacua con el Domingo de Pentecostés. El lunes siguiente a este domingo retomamos el Tiempo Ordinario, aunque los dos primeros domingos de esta segunda parte del Tiempo Ordinario celebramos dos fiestas que todavía nos traen muy vivo el ambiente de la Pascua: El Domingo de la Santísima Trinidad y la Solemnidad del Corpus Christi.

Durante el Tiempo Ordinario cada domingo es el gran día de fiesta. Cada domingo fue históricamente la primera fiesta de los cristianos, pues desde el principio se reunían el “Día del Señor”, que coincidía con el primer día de la semana judía, para recordar y celebrar la resurrección de Jesús, cumpliendo el mandato recibido de Él en la Última Cena, en lo que ellos llamaban la “Fracción del Pan”.

Durante todo este tiempo vamos recordando lo que Jesús hizo y dijo: sus milagros, sus parábolas, sus enseñanzas y también sus actitudes, sus gestos, sus miradas… Así podemos ir conociéndole mejor y queriéndole más, para, como buenos discípulos, imitarle y llevar a otros a que también le conozcan y le amen.

Por eso es muy importante que cada domingo escuchemos la Palabra de Dios, participemos en la Eucaristía y hagamos de este día un verdadero día de fiesta, con la familia, con los amigos y con toda nuestra comunidad cristiana, sintiéndonos unidos a la gran familia de los que creemos en Jesucristo, la Iglesia Universal.

El color litúrgico del Tiempo Ordinario es el verde.