Fiestas y celebraciones
Por primera vez en el año 2020 se celebra este Domingo de la Palabra de Dios. Lo ha instituido el Papa Francisco para toda la Iglesia y tiene lugar en el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario.
Todos sabemos que la Palabra de Dios, que se contiene en la Biblia y, como nos dice el Papa, también en la Tradición de la Iglesia, es muy importante, pero a veces no nos lo tomamos muy en serio o no somos muy conscientes de ello. Con esta celebración todos los años, el Papa Francisco quiere que nos demos bien cuenta de ello.
En el documento que ha escrito para instituirlo nos explica el por qué y el para qué de esta fiesta.
La Palabra de Dios es un gran regalo, un compromiso y una responsabilidad.
Nos dice el Papa que la Palabra de Dios es un don muy grande y por tanto debemos agradecérselo a Dios. Y es también un compromiso: tenemos que vivirla cada día. Si Dios nos habla tendremos que escucharle y si le escuchamos será para hacer lo que Él nos dice. Pero no podemos quedarnos ese regalo para nosotros solos, por eso tenemos una responsabilidad: compartirlo con los demás con el testimonio de nuestra vida coherente.
La Palabra de Dios es para la salvación completa de todos los hombres.
La Biblia tiene muchos libros, cuenta muchas historias, tiene discursos y poesías, pero no es eso lo importante sino el mensaje que Dios nos da a través de todo ello: “Es una historia de salvación en la que Dios habla y actúa para ir al encuentro de todos los hombres y salvarlos del mal y de la muerte”. (*)
La Palabra de Dios une a los creyentes.
La Biblia es el libro del pueblo del Señor, convocado para escucharle. Nos une a los creyentes superando las divisiones que surgen entre nosotros y nos convierte en un solo pueblo. Somos “un solo pueblo que camina en la historia, fortalecido por la presencia del Señor en medio de nosotros que nos habla y nos nutre”.
Toda la Sagrada Escritura nos habla de Jesús.
No sólo el Nuevo Testamento, también el Antiguo Testamento nos habla de Jesús. El Antiguo y el Nuevo Testamento se ayudan el uno al otro para que nosotros podamos entender lo que Dios nos quiere decir y comprendamos la salvación que Jesús nos trae por su muerte y resurrección.
La Sagrada Escritura hace posible la fe.
La fe nace de la escucha de la Palabra de Dios, por eso, nos dice el Papa, es muy importante y urgente que la escuchemos cuando participamos en la liturgia, pero también cuando hacemos oración y dedicando ratos para reflexionar sobre ella. Nos lo dice el Papa con palabras bonitas y apremiantes: “Nos urge la necesidad de tener familiaridad e intimidad con la Sagrada Escritura y con el Resucitado, que no cesa de partir la Palabra y el Pan en la comunidad de los creyentes. Para esto necesitamos entablar un constante trato de familiaridad con la Sagrada Escritura, si no el corazón queda frío y los ojos permanecen cerrados, afectados como estamos por innumerables formas de ceguera.”
La Sagrada Escritura está bajo la acción del Espíritu Santo
El Espíritu Santo convierte en Palabra de Dios la palabra escrita por los hombres y al estilo de los hombres. Él interviene en la formación de los libros que componen la Biblia y por eso son libros inspirados. Y también sigue interviniendo cuando el Papa y los Obispos, es decir, el Magisterio de la Iglesia, interpreta la Escritura. Pero no acaba ahí la acción del Espíritu Santo, también actúa cuando cada uno de nosotros escuchamos esa Palabra de Dios y queremos llevarla a nuestra vida.
La Sagrada Escritura nos habla del amor de Dios
Dios, que es un Padre lleno de amor misericordioso, nos pide a sus hijos que también vivamos ese amor. Así lo hizo Jesús que no se guardó nada para Él sino que se dio a todos completamente. La Palabra de Dios nos ayuda a ver todo eso y a salir del egoísmo y el individualismo para amar a los otros compartiendo y siendo solidarios.
La Virgen María es nuestro ejemplo
Ella es bienaventurada porque creyó que se iba a cumplir lo que Dios le había dicho por medio del ángel, aunque era muy difícil, pero Ella sabía que la Sagrada Escritura aseguraba que Dios enviaría un Salvador al mundo. También nosotros seremos bienaventurados si, como María, creemos en el cumplimiento de la Palabra de Dios y como Ella le decimos: Hágase.
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(*) Citas textuales del documento del Papa Francisco APERUIT ILLIS.