Evangelio según san Mateo 24,37-44

El Adviento es tiempo de espera y de preparación para celebrar la Navidad, el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios que ya hace más de 2000 años quiso hacerse hombre como nosotros. Pero el Adviento también nos recuerda que nuestra vida es un tiempo de espera de otra venida gloriosa y definitiva de Jesucristo al final de los tiempos.

A estar en vela para esa última venida y para nuestro encuentro personal con Cristo al fin de nuestra vida nos invita el Evangelio de hoy. Además, la celebración de la Navidad tiene que ser ocasión de encuentro con el Señor, si no queremos que quede en una fiesta que termina por perder su sentido. Por eso, desde hoy tenemos que preparar nuestro corazón, para que al celebrar la Navidad se llene de alegría y gratitud por su nacimiento, que nos demuestra su amor al querer compartir nuestra vida con todas sus limitaciones y con todas sus alegrías.

En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino.

 Evangelio según san Mateo 3,1-12

Cuando Jesús nació, los judíos llevaban ya tiempo esperando que Dios les enviase un Mesías, un salvador, un libertador. Para anunciar que el tiempo de la llegada del Mesías ya se había cumplido, llamó a Juan Bautista al que dio la misión de anunciar que el Mesías iba a mostrarse. Con el llegaba el Reino de los cielos y traería un bautismo superior al que Juan administraba. Por eso habían de prepararse para recibirle convirtiéndose, cambiando de vida.
Así también nosotros tenemos que prepararnos para celebrar la Navidad: examinando nuestra vida y corrigiendo los defectos que tengamos. Y el día de Navidad, cuando pongamos la figurita del Niño Jesús en la cuna de nuestro Belén, sentiremos que también vive en nuestro corazón y se deja abrazar por nuestro cariño.

En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino.

Evangelio según san Mateo 11,2-11

Juan Bautista había sido encarcelado por defender la verdad y denunciar los pecados de del Rey Herodes. Estando en la cárcel, le llegan noticias de la actividad de Jesús, pero las noticias son confusas y envía a dos discípulos suyos para que le pregunten y le informen. Jesús les dice que cuenten a Juan lo que ven, los milagros que Él hace, porque ellos dan testimonio de que efectivamente es el que había de venir. Y luego alaba al Bautista porque había sido llamado por Dios para aquella alta misión y la había cumplido.
De quién es Jesús dan testimonio sus obras. También nuestras obras, nuestra manera de actuar, de comportarnos, nuestras actitudes, nuestro estilo de vida que se esfuerza siempre por hacer el bien, da testimonio de que somos discípulos de Jesús y como Él hacemos presente en nuestro mundo el Reino de Dios.

En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino.

Evangelio según san Mateo 1,18-24

Estamos ya muy cerquita de la Navidad y hoy el Evangelio nos trae a alguien muy querido por todos los cristianos: San José. Dios lo eligió para la importantísima misión de hacer las veces de padre de Jesús. ¡Pero no era fácil! Cuando sabe que María espera un Hijo antes de vivir con él, se le viene el mundo encima. Pero es bueno, como nos dice el Evangelio, y ni reniega de Dios por aquello que a primera vista parece una desgracia ni quiere hacer daño a María. ¡SE VUELVE A DIOS! Y Dios, que siempre responde a quien sinceramente busca la verdad, le desvela el Misterio. Entonces, lleno de alegría, acepta. También José dice su FIAT (hágase) y hace posible el plan salvador de Dios, hace posible la Navidad.
San José nos enseña a encarar los problemas y las dificultades con fe y amor. Es ejemplo de un corazón bueno y noble que confía en Dios y en Él busca luz y fuerza. Con humildad y sencillez desempeña un papel único en la Historia: ocupar el lugar de padre del Hijo de Dios. Jesús es para todos "el hijo del carpintero", porque José supo acoger a María, y al Hijo engendrado en Ella por el Espíritu Santo, y llevarla a su casa.

En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino.