Evangelio según san Lucas, 21,25-28.34-36

Comenzamos el Adviento, tiempo de espera y de preparación para celebrar la Navidad, el nacimiento de Jesús, su venida al mundo hace más de 2000 años. Pero el Adviento también nos recuerda que vivimos un tiempo de espera de otra venida gloriosa y definitiva al final de los tiempos.

Hoy el Evangelio nos llama a la esperanza y a la confianza en Jesús. Pero también a estar preparados y vigilantes. Cuando nació Jesús en Belén, no todos se enteraron. Sólo unos pocos. Los pastores, gente humilde que esperaba al Mesías y sabía que Dios tenía poder para suscitarlo en cualquier momento y de cualquier manera. Por eso fueron capaces de escuchar a los ángeles y creer su mensaje. Como supieron los magos descubrir y seguir el rastro de la estrella que les llevó hasta Él.

En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino.

Evangelio según san Lucas, 3,1-6

En nuestra marcha hacia la Navidad sale a nuestro encuentro un personaje muy importante: Juan Bautista. Dios quería preparar a los hombres para que fueran capaces de acoger a su Hijo, reconocer en él al Salvador del mundo, y para eso llama a Juan Bautista y le envía a anunciar la proximidad de su llegada y a prepararse para este acontecimiento por la conversión del corazón.
Si el Rey o el Emperador visitaban una región, se arreglaban los caminos y se embellecían las ciudades. A eso nos llama también a nosotros Juan Bautista, a corregir lo que haya defectuoso en nosotros y a embellecer nuestro corazón para Jesús.

En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino.

Evangelio según san Lucas 3,10-18

Por la predicación de Juan Bautista la gente comprende que está próximo a producirse un acontecimiento trascendental y todos desean estar preparados para ese momento. Quizá pensaban que tenían que hacer cosas extraordinarias, pero la respuesta de Juan es muy sencilla, cada uno debe de hacer bien aquello que le corresponde hacer, en resumen hacer el bien en todo momento y en cualquier situación.
Eso es lo que nos dice también a nosotros. Si quieres prepararte bien para que la Navidad suponga para ti una mayor entrega, un mayor fidelidad y amor a Jesús, para que seas cada vez mejor amigo suyo y más fiel discípulo, haz bien lo que en cada momento tengas que hacer y ama y ayuda todo lo que puedas a los que están a tu lado.

En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino.

Evangelio según san Lucas, 1,39-45

Hemos llegado a la última etapa de nuestro camino de Adviento y hoy nos encontramos con la Virgen María. Ella es la figura clave. ¿Quién espero como Ella el nacimiento de Jesús? ¿Quién se preparó mejor que ella para recibirle, para tomarle en sus brazos?
Pero es que María hizo mucho más. Toda su vida había vivido pendiente de Dios y de hacer su voluntad en las pequeñas cosas, por eso cuando llegó aquel momento extraordinario de la Anunciación, supo escuchar y decir sí al plan de Dios. Ella creía en el poder de Dios y porque creyó pudo concebir en su seno al Hijo de Dios. Por ello la felicita Isabel, cuando María, con humildad y generosidad acude a su casa para ayudarla.

En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino.