Pascua Ciclo C
Evangelio según san Juan 20,1-9
En la mañana del primer día de la Semana las mujeres han ido al sepulcro para completar la sepultura de Jesús. Allí junto al sepulcro está María Magdalena llorando cuando se le aparece Jesús a quien sólo reconoce al oírle pronunciar su nombre.
El Evangelio de hoy nos relata cómo Pedro y “el otro discípulo”, alertados por María Magdalena, corren al sepulcro donde habían puesto el cuerpo muerto de Jesús. Esta vacío. Entonces ven y creen. Y comprenden… Jesús ha resucitado.
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En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino. |
Evangelio según san Juan 20,19-31
No les fue fácil a los discípulos que habían convivido con Jesús creer que había resucitado y vivía. Lo habían visto muerto, lo habían enterrado... Para creerlo ¡tenían que verlo! Así nos lo cuenta el Evangelio de hoy. Aquel primer día de la semana, el mismo de su resurrección estaban los discípulos reunidos y se presenta Jesús en medio de ellos. Pero faltaba uno, Tomás, que se resiste a aceptar el testimonio de sus compañeros.
A la semana siguiente Jesús vuelve a presentarse ante sus discípulos reunidos, de nuevo el primer día de la semana. Allí está Tomás. Jesús reprende su incredulidad con el amor que siempre lo había hecho. Tomás cree y confiesa su fe: ¡Señor mío y Dios mío!
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En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino. |
Evangelio según san Lucas 21,1-19
El Evangelio nos presenta hoy a los discípulos en un ambiente muy distinto. Están en su lugar de trabajo, dispuestos a reanudar su tarea, pero se advierte un aire de desgana. Es Pedro quien, una vez más, toma la iniciativa y los demás le siguen. Pero su trabajo es infructuoso. Estaban de regreso al amanecer cuando Alguien les pregunta si tienen pescado. Aquel desconocido hace algo más: les indica hacia donde deben echar las redes y ellos siguen su consejo. Al ver el resultado, el primero en reconocer al desconocido es "el discípulo a quien Jesús tanto quería" y Pedro, como siempre, el primero en reaccionar. Pero Jesús no ha terminado de sorprenderles. Cuando saltan a tierra les tiene preparado el almuerzo. Se descubre en el relato un silencio emocionado durante aquella comida. No hace falta decir nada porque algo más profundo que las palabras les une.
Después Jesús, tras hacer confesar a Pedro, que lo hace con humildad, su amor, le confía la dirección de la obra que han de iniciar: él será la cabeza de la comunidad de sus discípulos que ha de llevar al mundo la buena noticia de que Jesús, que entregó su vida para librar al hombre del pecado, ha resucitado y vive.
Lee el Evangelio y copia en tu cuaderno la frase que más te ha gustado o resume la idea que te parece más importante: |
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Reflexionamos A veces en nuestra tarea diaria nos sentimos sin ánimo y como aburridos. ¿Le ofreces aDios el día y procurar vivir en su presencia? También a nosotros Jesús nos indica como podemos hacer mejor nuestras tareas. ¿Como puedes tú escuchar esos consejos de Jesús? ¿Te gustaría comer con Jesús como lo hicieron aquel día sus discípulos? ¿Te has parado a pensar que Jesús nos prepara cada domingo una comida aun mejor, porque el pan que nos da es su propio Cuerpo? También a cada uno de nosotros nos pregunta Jesús ¿Me amas? ¿Qué le contestas? ¿Quien continúa hoy la tarea que Jesús encomendó a Pedro? ¿Te interesas por lo que él enseña y pides por él en tu oración? |
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En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino. |
Evangelio según san Juan 10,27-30
Leemos hoy un fragmento pequeño del bonito discurso en que Jesús se nos presenta como Buen Pastor. Nosotros somos esas ovejas que escuchan su voz y le siguen. Él nos conoce a cada uno y nos da la vida eterna. A su lado estamos seguros porque Él nos cuida, pues Jesús y el Padre son más fuertes que cualquier enemigo que quiera apartarnos de nuestro Pastor.
Todo ello nos invita a sentir el gran amor de Jesús por cada uno de nosotros y a confiar en Él. Si permanecemos a su lado, nada tenemos que temer, estamos seguros, ningún lobo nos podrá quitar esa vida eterna que Él desde el día de nuestro bautismo nos ha dado.
Lee el Evangelio y copia en tu cuaderno la frase que más te ha gustado o resume la idea que te parece más importante: |
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Reflexionamos ¿Estás convencido de que Jesús te conoce y te quiere personalmente? ¿Procuras escuchar su voz, leyendo el Evangelio, acudiendo a catequesis, participando en el Eucaristía...? ¿Intentas seguirle, imitándole y poniendo en prácticas sus enseñanzas? ¿Confías en Jesús? ¿Acudes a Él cuando te sientes en peligro, cuando eres tentado? ¿Cuando te das cuenta de que has cometido algún pecado o alguna falta que te puede apartar de Él? |
En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino. |
Evangelio según san Juan 13,31-33a.34-35
Hoy nos sitúa el Evangelio en esa larga velada tras la Última Cena de Jesús con sus discípulos. Es una emotiva despedida llena de palabras de aliento y de amor. Pero también de consejos, como un valioso testamento que los discípulos nunca olvidaron.
Escuchamos uno muy importante porque es lo que ha de distinguirnos como discípulos de Jesús: el amor. Es un mandato nuevo porque Jesús nos dice cómo hemos de amarnos, no como nosotros creamos que debemos amar, sino como Él nos ha amado. Y Él nos ha amado entregando su vida por nosotros, sin que para ello exista otra razón que un amor absolutamente desinteresado.
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Reflexionamos ¿Cómo es tu amor a los demás? Cuando haces algo por alguien ¿Lo haces porque te reporta algún beneficio o, al menos, porque esperas alguna recompensa? Por tu parte ¿eres agradecido cuando alguien te hace algún bien o te ayuda en algo? ¿Y con Dios? ¿Le das gracias por tanto como de Él recibes cada día? ¿Conoces o te han contado de alguna persona que ame como Jesús, entregando su vida desinteresadamente en bien de los demás? Piensa si entre las personas que tu conoces, con los que vives o con los que tratas en tu vida, hay alguien que ame como Jesús nos pide, pensando sólo en el bien de los otros. |
En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino. |
Evangelio según san Juan 14,23-29
Sigue Jesús hablando a sus discípulos y les hace unas extraordinarias promesas: La primera que Él y el Padre vendrán a ellos y habitarán en ellos. Para lo cual sólo les pide que guarden su Palabra, como prueba de su amor. La segunda que les enviará el Espíritu Santo que les enseñará todo lo que deben saber y les recordará cuanto Jesús les ha enseñado. Y la tercera la paz, una paz profunda y verdadera que nace en el fondo del corazón y alejará de ellos los temores y las dudas que ahora albergan.
Pero esas promesas también son para nosotros. Cuando aceptamos la palabra de Jesús y recibimos los sacramentos, Dios en sus tres personas: el Padre, Jesús y el Espíritu Santo, viene a nosotros y llena nuestro ser. Y esa presencia nos da la paz que nos hace fuertes y nos mantiene serenos aun en las dificultades.
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Reflexionamos ¿Procuras escuchar la Palabra de Dios y cumplir lo que ella te dice? En la medida que lo haces demuestras tu amor a Jesús. ¿Sientes en ti la presencia de Dios? ¿Hablas con Dios, con Jesús en tu interior? ¿Pides al Espíritu Santo que te ilumine para conocer mejor a Jesús y serle más fiel? ¿Tienes paz en tu corazón? ¿Se la pides a Jesús y la buscas en la oración y los sacramentos, cuando te sientes inquieto, mal contigo mismo? |
En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino. |
Evangelio según san Lucas 24,46-53
La presencia de Jesús en la Tierra ha concluido. Su misión entre los hombres ha terminado. Él, que vino al mundo de forma humilde y escondida, naciendo como un niño, incluso en circunstancias de extrema pobreza, vuelve ahora al Padre, de quien salió, envuelto en gloria. Sus discípulos que lo vieron morir como un malhechor, pero que han disfrutado de su presencia gloriosa tras su resurrección, comprenden ahora mejor quien es Aquel con el que han comprometido su vida. Y vuelven alegres a la ciudad, a esperar que se cumpla la promesa del Espíritu Santo y llegue el momento de iniciar la misión que les ha confiado: anunciar la remisión de los pecados por la fe en el nombre de Jesucristo Resucitado.
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Reflexionamos ¿Qué personas son para ti testigos de Jesús, porque te hablan de Él, te enseñan a conocerle y son ejemplo de cómo imitarle? ¿Sientes alegría por conocer a Jesús? ¿Agradeces que te hablen de Él y te ayuden a conocerle y amarle? ¿Cómo puedes ser tú testigo de Jesús y su Evangelio? ¿Sientes la inquietud de serlo? |
En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino. |
Evangelio según san Juan 20,19-23
Cincuenta días después de la Pascua los judíos celebraban la fiesta de las semanas, o de Pentecostés como la llamaban los judíos de la diáspora griega, en la que conmemoraban el don de la Torá, la Ley que Yahveh había entregado a Moisés en el Sinaí. En ese día (como nos narra la primera lectura de hoy, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11) los discípulos de Jesús reciben el gran don del Espíritu Santo que el Maestro les había prometido. En ese día comienza su historia la Iglesia que será la encargada de anunciar al mundo el amor de Dios que por la muerte y resurrección de Jesucristo ha liberado al mundo del pecado
El Evangelio también nos habla de la misión que Jesús confía a los discípulos enviándoles como el Padre le ha enviado a Él y a quienes, para cumplir esa misión les infunde el Espíritu Santo y les confiere el poder de perdonar los pecados en su nombre.
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Reflexionamos Los discípulos reunidos en oración recibieron de una forma extraordinaria el Espíritu Santo, pero también cada uno de nosotros lo hemos recibido en nuestro Bautismo. ¿Te das cuenta de que el Espíritu Santo vive en ti? Que como dice San Pablo cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo, el lugar sagrado donde Dios vive. No hay por ello otro motivo mayor para respetar nuestro cuerpo y el de los demás. Jesús nos da el Espíritu Santo para cumplir la misión de anunciar el Evangelio en el mundo, en nuestra familia, colegio amigos... ¿Te acuerdas de pedir ayuda al Espíritu Santo para saber cumplir esa misión? La Confirmación es el sacramento por excelencia del Espíritu Santo, pues lo recibimos para ser "confirmados" en nuestra fe y recibir la fuerza que necesitamos para ser testigos comprometidos y gozosos de Jesús. ¿Valoras este Sacramento? |
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En la Eucaristía del Domingo lo ofrezco a Dios junto con el pan y el vino. |
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