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Encuentro Anual 2009

Como cada año en esta fiesta grande de la Iglesia y ya memorable en Domus Mariae, la Presidenta y la Secretaria de la Asociación, acompañadas, en esta ocasión por Begoña Cristino, también miembro de la Junta Directiva, viajamos hasta Lérida. En “un vuelo”, aunque fuera por tierra, llegamos a primera hora de la tarde, con una temperatura suave para las fechas que corren y un sol tímido iluminando la larga calle peatonal que nos llevó desde la estación de tren a la Academia Mariana donde nos alojamos.

El primer encuentro fue en la Residencia del Corazón de María. Tras los saludos y la alegría de volver a encontrarnos, en la biblioteca, nos reunimos un nutrido grupo acompañadas por la Hª Asunción. Trabajamos intensamente, votando, conforme a lo dispuesto en el Reglamento de Régimen Interior, la nueva Junta Local, siendo elegidas Aurora Tejada como Presidenta Local y Mª Rosa Boncompte de Secretaria-Tesorera Local. Escuchando después la charla de la Presidenta y concluyendo con un sincero diálogo.

La Charla de Mª Soledad se centró en nuestro ser Domus Mariae. Ser Domus Mariae que es ser familia, teniendo como modelo la Familia de Nazaret, y serlo en la Iglesia.

Como miembros de Domus Mariae, Asociación Pública de fieles, nos integramos en la misión concreta que la Iglesia nos encomienda en el momento de hacer el Ingreso en la Asociación, y con mayor responsabilidad y entrega, con la formulación del Compromiso.

La esencia y el cometido de la familia es el amor y así debe ser también en Domus Mariae. Dios nos llama por amor, pues no nos necesita, y nos llama al amor, porque Dios es por esencia el amor y por ello comunica vida y nos llama a su mismo ser: el amor.

El amor es también la esencia de la familia y no se agota en la pareja. Como en la familia, en Domus Mariae el amor tiene que dar nuevas vidas para la fe y el amor. “Mirad como se aman” era lo que veía la gente en los primeros cristianos y lo que les incitaba a entrar en esa comunidad de amor.

En la familia hay una primera llamada que se plenifica en el sacramento del matrimonio, pero después sigue habiendo llamadas. En Domus Mariae también hay esa primera llamada que culmina en el Ingreso pero luego se suceden otras llamadas entretejidas en las dificultades y las alegrías. Llamadas de Dios que exigen respuesta. Respuesta que ha de ser la de María, un SI al amor y al plan de Dios. Para poder ser capaces de responder así, hemos primero de acoger el Amor.

Cada Cristiano, por el Bautismo, participa en la vida y misión de la Iglesia y por tanto en el triple oficio de Cristo: Profético (acoger la Palabra), Sacerdotal (celebrarla) y Real (manifestarla en la vida). También la familia en su forma específica y con la gracia del Matrimonio participa en esa triple misión. Y como miembros de Domus Mariae, también vivimos y participamos en esta misión de la Iglesia de una forma determinada, al estilo de la familia cristiana.

La Misión profética (profeta en la tradición bíblica no es uno que predice el futuro sino el que habla en nombre de Dios) hace de la Iglesia, y por tanto de la familia y de Domus Mariae, una comunidad creyente y evangelizadora. En Domus Mariae cada día leemos la Palabra de Dios, que ha de ser acogida con fe, y, esforzándonos por vivirla, la transmitimos con el ejemplo y la palabra. En esta dimensión profética hay un doble movimiento pues hemos de evangelizar hacia dentro, en la familia y en Domus Mariae, y hacia fuera, sin quedarnos cómodamente en nuestros grupos sino procurando hacer a otros partícipes de ellos.

La Misión sacerdotal nos hace una comunidad en diálogo con Dios mediante la celebración de la fe en los sacramentos, la ofrenda de la propia vida y la oración en trato de amistad con Dios. Como cristianos nuestra vocación es la santidad, no vale una vida como la de otro cualquiera que no ha recibido el bautismo, por el cual se nos da la Gracia que necesitamos para vivir esa santidad. El sacramento del matrimonio da la Gracia propia para vivir la fe y con fe en la familia. En Domus Mariae, es en el Ingreso, aunque de manera diferente pues no es un sacramento, donde recibimos la Gracia propia para vivir, como Domus Mariae, esa llamada a la santidad que tenemos como cristianos.

La Gracia de Dios y la correspondencia humana es un diálogo que se lleva a cabo de diversas formas:

En la Eucaristía, en la que se cumple la alianza de amor de Cristo con su Iglesia por su entrega hasta el extremo, y por la Comunión recibimos el sustento espiritual que nos hace uno con Él.

En la Penitencia, encuentro con Dios rico en misericordia, que nos facilita la lectura de la Palabra de Dios porque nos ayuda a descubrir nuestras zonas oscuras por las que en ese diálogo con el Buen Pastor nosotros le suplicamos el perdón.

En el ofrecimiento de la vida al Señor, consagrándole las cosas temporales como sacrificio agradable a Dios

En la plegaria en común. En una familia debe haber oración en común y Domus Mariae debe, como familia, tener oración en común.

La Misión real, es servicio. Jesús reina porque sirve, la familia cristiana es comunidad de amor al servicio del hombre y cada uno de nosotros somos reyes cuando servimos. La participación en la realeza de Cristo es servicio a la Verdad. En Domus Mariae vivimos esta misión real como la familia, siendo comunidad al servicio del hombre sostenida por el mandamiento del amor cuando acogemos, meditamos y encarnamos en la vida cotidiana la Palabra de Dios, es decir, cuando vivimos realmente la esencia de nuestra espiritualidad.

En resumen las Casas de María como familia, estamos llamadas a ser signo luminoso del amor de Cristo, con el ejemplo y la palabra, iluminando a los que buscan la Verdad. Debemos irradiar la alegría del amor y la certeza de la esperanza. Y tenemos que hacer nuestro, con nuestra vida y nuestra palabra, el mensaje de toda la Iglesia: ¡Dios te Ama, Cristo ha venido por ti; para ti Cristo es el camino, la verdad y la vida! Tenemos que ser verdaderos misioneros de la familia, del amor y de la vida.

Tras el recuento de votos y el diálogo, antes de “levantar la sesión”, la Presidenta, Mª Soledad Cosmen, comunicó que, conforme se había acordado en la Junta Directiva, habíamos traído un pequeño obsequio para Lolita, como reconocimiento de su labor a favor de Domus Mariae desde que comenzó su andadura en 1988, hasta este momento en que cesa en su puesto de Presidenta Local.

Concluimos la tarde con la celebración de la Eucaristía, presidida por D. Alexander y concelebrada por D. Casildo, sacerdotes colombianos que han venido a ejercer su misión pastoral en Lérida, llamados por el Obispo y destinados en la Parroquia de S. Pablo. La celebramos con alegría y salimos –animadas por lo que se nos dijo en la homilía– a vivir nuestro ser cristiano, como Domus Mariae, imitándole a Ella en su fiesta de la Presentación en el Templo, convencidas de la necesidad y el bien que suponen para la Iglesia todas las asociaciones marianas.

Mas la jornada de encuentro no había terminado, pues las que pudieron de Lérida nos acompañaron a las de Madrid a cenar, compartiendo así otro rato de convivencia.

La primera parte de la mañana del domingo la dedicamos al Turismo y la Cultura. Acompañadas por Mª Mercé, Dolors y un poco más tarde por Aurora, estuvimos en los sótanos de la Paería (Ayuntamiento), antiguas mazmorras y baños árabes, escuchando a la coral en que canta Cecilia, que junto con otras corales participaban en un recorrido musical por la ciudad. Después, caminando y contemplando las calles del casco antiguo, admiramos la Catedral nueva y la Iglesias de San Lorenzo, terminando con una visita parcial al Museo de Lleida. Así se hizo la hora de la Eucaristía. Celebrada por D. Joaquín Lax que en su homilía nos animo a continuar con entrega y generosidad en nuestro ser Domus Mariae, y creciendo cada día en unión y entrega, prestar el servicio que nos corresponde en la Iglesia y a todos los hermanos.

Tras la comida nos reunimos de nuevo en el Cor de María y tuvimos una velada llena de amistad y afán de ser cada vez mejores Casas de María, realizando con mayor perfección tanto nuestra labor personal como el desarrollo del grupo. Fue ocasión de profundizar en el ser propio de nuestra espiritualidad específica y de intercambiar ideas y formas de vivirla con mayor perfección.

Un año más, de nuevo, queremos dar gracias a Dios por Domus Mariae de Lleida y también por D. Feliciano, presente durante las dos jornadas en nuestros corazones y nuestros labios, porque un día llevó hasta allí la semilla que siempre procuró cuidar con cariño.